Los violentos en acción (Foto de agencia Telam). |
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Hemos visto los destrozos que dejaron los inadaptados después del partido en la cancha de River Plate. Los dueños de los comercios que resultaron dañados en las inmediaciones se estarán preguntando hasta donde les cubre su seguro, si es que les cubre.
Desde la Asociación Madres del Dolor decidimos opinar sobre el tema porque sabemos que la familia Moras es tan humilde de espíritu que no lo va a hacer. Muchos habrán visto en que condiciones quedó el negocio de Aberturas Moras situado en la Avenida del Libertador: vidrios destrozados, papeles quemados, computadoras robadas, aberturas que ya no se pueden vender ni reparar, etc.
Es importante que se sepa a quien le pertenece este negocio. La familia Moras fundó la Asociación Familia de Esperanza, que tiene dos casas donde se albergan menores que están en situación de riesgo u abandono. Cuidan a alrededor de 60 niños sin hogar.
Además de esto, Patricia Moras, madre de cinco hijos propios (una adoptada), siempre tiene uno o dos bebés viviendo en su casa, generalmente son los de mayor riesgo de salud.
Seria bueno que los que causaron estos destrozos sepan a quien perjudicaron; quizás la familia Moras esté ayudando a sus propios hijos.
Esta familia sabe muy bien lo que es cuidar al que lo necesita.
Pero a ellos y a nosotros: quien nos cuida?
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FUENTE: diario La Nación
ENLACE: http://www.lanacion.com.ar/987481-chicos-en-transito-padres-por-un-tiempo-limitado
FECHA: 16 de febrero de 2008
AUTOR: Julián Iturrería
VOLANTA: Familia y valores
TÍTULO: Chicos en tránsito, padres por un tiempo limitado
BAJADA: En la Argentina, distintas ONG implementan esta metodología para que la mayor cantidad de chicos puedan vivir en ambientes familiares.
DESARROLLO: "No podemos atenderlos más. Van a estar con otra familia." Blanca Burgos tenía 12 años cuando escuchó de su padre la frase que es la peor pesadilla de cualquier chico. Sus siete hermanos menores, tres con discapacidad, también estaban incluidos.
Era un viernes a la noche. A los tres días, Luis María Nicora pasó a buscar a los ocho por el barrio de Pompeya, para llevarlos a su casa en Colonia Urquiza, a 50 kilómetros de la ciudad, donde residía con su familia. Se iniciaba una nueva etapa.
Así como Blanca, muchos niños que tienen dificultades con sus padres biológicos son dados a familias que se encargan del resguardo por un tiempo determinado: a corto plazo, por pocos meses, o a largo plazo, cuando se extiende por años.
Esto se llama acogimiento familiar o familias en tránsito. No es adopción, sino que se trata de familias que brindan apoyo a otros núcleos familiares que tienen problemas y no pueden contener a sus hijos. El objetivo, evitar los institutos.
Las historias de los matrimonios que se animan a sumar llantos, sonrisas, más pañales y abrazos tienen muchos puntos en común, ya sean experiencias de corto o largo alcance.
Según fuentes consultadas, el acogimiento se toma como última medida antes de intentarlo todo para ayudar a los padres a resolver las crisis. Por eso "no se busca romper el vínculo con los papás biológicos, sino todo lo contrario", explicó a LA NACION Vicky Acosta, de la ONG Familias de Esperanza. Alojó casi 30 chicos en su casa desde 1994, cuando empezó.
"No somos familias sustitutas, sino complementarias. No buscamos hacer un corte con los padres, ya que respetamos la historia de los chicos, sus propias identidades. Por eso es diferente a la adopción, que en general significa un corte", dijo María Elvira Nicora, presidenta de la Fundación Emmanuel, que realiza acciones para fortalecer y acompañar a las familias en situación de riesgo.
SUBTÍTULO: A largo plazo
Blanca vivía en dos casas: algunos meses con su tía, donde tenía tiempo para ser hija, ir al colegio y jugar, y otro tiempo en su casa, cuando le tocaba ser madre, padre y enfermera de sus hermanos más chicos. Y todavía ni había entrado en la adolescencia.
Cocinaba, limpiaba y los llevaba al hospital cuando se enfermaban. Las clases de matemática quedaban en segundo plano. Pero el 1° de marzo de 1988 la vida le dio la oportunidad de cambiar de ruta y destino.
María Elvira pasó a tener 12 hijos, de repente: recibió a Blanca y sus siete hermanos. Dos de ellos venían de reformatorios. Mario, el más chico, llegó prácticamente desnutrido a la casona que habían comprado los Nicora, dentro de un predio de 12 hectáreas, en las afueras de La Plata, con la intención de poner en práctica el acogimiento familiar.
"Mi papá venía una vez por mes a visitarnos", recordó Blanca. Al poco tiempo su padre y su tía fallecieron. Sabiendo que su mamá tenía dificultades psicológicas que le impedían cuidar de los chicos, entendió que este proceso no iba a ser de corto plazo. Ya no tenían adónde ir. Tampoco se querían volver.
Ellos fueron los primeros. La Fundación Emmanuel, creada en 1986 por los Nicora y un grupo de profesionales, recibió los primeros niños en acogimiento. La familia fundadora dio el puntapié inicial. En la actualidad son 20 las familias que reciben niños en sus hogares.
En el extenso predio tienen un centro de formación donde trabajan para fortalecer familias por medio de talleres de reflexión, conferencias, actividades recreativas.
SUBTÍTULO: Más de 12 años
Emilio y Ana María Martínez tenían más de 20 años de casados y dos hijas cuando empezaron a recibir niños en su casa. A los primeros chicos los arropaban sólo los fines de semana o por algunos meses. Eran experiencias cortas, como familia de tránsito.
Pero un día llegó Nicolás, que por ser menor de edad no se puede revelar su verdadero nombre. Se quedó doce años y todavía sigue con ellos. "Empezamos como familia de tránsito. No estaba en nuestro plan algo más extenso, pero se fue dando la situación y lo asumimos", recordó Ana María, de 64, docente.
Nicolás nació en una familia con distintos problemas; entre ellos su mamá tenía 14 años. Siendo bebe, los Martínez lo recibieron en su casa hasta que se decidiera el destino final. Pero pasaron tres años y todo seguía igual. De pronto la mamá y la abuela biológica lo reclamaron para que regrese. "Se dio vuelta la situación: antes dormía en casa y lo llevábamos los fines de semana a la suya. Después nos tocó a nosotros verlo menos días", contó Emilio, de 67.
"Cada vez que íbamos a verlo se nos hacía un nudo en la garganta, ya que a él se le caían las lágrimas cuando nos íbamos", dijo Ana María. Pero esta situación duró sólo un año. Los mismos familiares que habían pedido el regreso de Nicolás decidieron darlo de nuevo en acogimiento.
La relación entre las familias no es nada fácil. "Nos llevó varios años entrar en confianza con la familia de origen. Desconfiaban de nosotros. Creían que le queríamos robar al chico", indicó Ana María.
Con el tiempo, los Martínez no sólo fueron sostén para Nicolás, sino que se involucraron con toda la familia: "Hace un tiempo la abuela tuvo un problema de salud y lo llamó a Emilio, ya que no tenía a quién acudir", dijo.
Matilde Luna, magister en Minoridad y Familia y especialista en acogimiento familiar, opinó sobre los conflictos entre las dos partes: "No siempre se puede llegar a un acuerdo con las familias de origen. Tampoco hay que dejarlas de lado. Pero hay que ser realistas y ver cómo incluirlas en la medida en que se pueda".
Hay situaciones en que el chico no puede volver con los padres biológicos, aunque no por eso dejan de quererlo. Un ejemplo, cuando los papás tienen dificultades mentales. En este caso, muchas veces la convivencia es imposible, pero "tampoco le podés sacar la patria potestad del chico. Ahí el acogimiento pasa a ser una buena alternativa", explicó.
Según Luna, el acogimiento familiar es una opción que se utiliza cada vez más en el país: "Es una situación intermedia que permite preservar el derecho de los niños de vivir en familia y comunidad, como estipula la Convención sobre los Derechos del Niño, de las Naciones Unidas".
SUBTÍTULO: Por pocos meses
La beba pesaba 2,8 kilos; no lloraba; no demandaba comida. Tenía un mes cuando Patricia Moras, de 49 años, cinco hijos, la recibió en su casa. "Decían que tenía hospitalismo. No tenía incentivos. Entonces, al poco tiempo, cuando empezó a sonreír en casa era una fiesta. Ahora la beba parece otra", contó emocionada Moras, que preside Familias de Esperanza.
No sabe cuánto tiempo más la va a tener. En general, los niños que pasaron por su familia fueron en períodos de corto plazo, por algunos meses. "Este tipo de experiencias te cambian la vida. Es diferente a todo. Hace que en tu casa se produzca una toma de conciencia de toda la familia, que empiecen a valorar todas las pequeñas cosas de la vida", dijo.
Hogares de Belén es el nombre del servicio de acogimiento a corto plazo que realiza el Movimiento Familiar Cristiano. "La función es brindar un hogar a los chicos para no mandarlos a un orfanato. Por eso ponemos a disposición los matrimonios de nuestro movimiento", dijo Mario Etcheverry, presidente nacional de la institución que este año cumple 100.
Hoy, Blanca Burgos tiene 33 años y una vida normal: está casada desde hace diez con un ex compañero de colegio de Colonia Urquiza, disfruta de sus dos hijos y trabaja en la Fundación Emmanuel.
"¿Qué hubiese sido de mí sin ellos? Doy gracias a Dios que los encontré", dijo Burgos mientras cruzaba una mirada cómplice con mamá Elvira.
RECUADRO: Links
- Fundación Emmanuel: http://www.emmanuel.org.ar/ , emmanuel@emmanuel.org.ar
(0221) 491-4555 (La Plata)
- Movimiento Familiar Cristiano: http://www.mfc.org.ar/ , mfcarg@infovia.com.ar
4361-2192
- Familias de Esperanza: 4719-6738 4794-0403, familiasdeesperanza@sinectis.com.ar, http://www.familiasdeesperanza.com.ar/
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