martes, 15 de febrero de 2011

El periodista Joaquin Morales Solá debe declarar por los crímenes de la Dictadura


Foto registrada en plena Dictadura en la zona rural
tucumana, tal vez en la Escuelita de Famailla. A la izquierda,
de frente, el general Acdel Vilas, en ropa de fajina,
saludando a un oficial del Ejército. A la derecha, de perfil,
Joaquín Morales Solá, con campera, vaqueros y pelo largo.
Fue citado como testigo a los tribunales federales de la Ciudad de Buenos Aires para el lunes que viene. El cuestionario contendrá preguntas del magistrado tucumano Daniel Bejas. 
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Después de décadas de silencio, el periodista Joaquín Morales Solá deberá presentarse en la Justicia Federal para dar su declaración en calidad de testigo, en el marco de las causas por los delitos de lesa humanidad que se tramitan en Tucumán, relacionadas con el llamado Operativo Independencia. La decisión de convocar a Morales Solá fue del juez federal Daniel Bejas, quien tiene a su cargo la tarea de reconstrucción e investigación de los centros clandestinos de detención que funcionaron en las tierras del genocida Antonio Domingo Bussi desde 1975 con el Operativo Independencia iniciado por el carnicero Acdel Vilas.
Declarará en los tribunales de Buenos Aires en base a un cuestionario de preguntas del magistrado tucumano. La fecha de indagatoria sería el lunes 21 de febrero de 2011 durante la mañana.
La foto muestra cómo Morales Solá acompaña a los militares en lo que, se presume, es una recorrida en la macabra y tenebrosa Escuelita de Famailla -ciudad ubicada a 30 km al sur de San Miguel de Tucumán-, mientras era periodista del diario La Gaceta durante la dictadura y corresponsal de Clarín en Tucumán. Es de destacar que el periodista pudo llegar a lugares donde sólo había circulación militar.
Cuando Joaquín Morales Solá, ingrese a tribunales federales el próximo lunes, será un acto de justicia en sí mismo. Sin dudas que él podría aportar datos claves en las investigaciones por delitos de lesa humanidad por haber estado en lugares donde, con seguridad, nadie llegaba sin previa autorización del genocida Bussi.

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