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martes, 30 de agosto de 2011
"No tenemos que ser egoístas, donar los órganos de un familiar salva vidas"
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"No tenemos que ser egoístas, donar los órganos de un familiar salva vidas", repite Silvia Irigaray desde que dio los órganos de su hijo Maximiliano Tasca, víctima inocente del disparo asesino de un policía uniformado el 29 de diciembre del año 2001, durante un episodio conocido como el Triple Crimen o La Masacre del barrio porteño de Floresta.
En esa terrible circunstancia, aunque sintió que ella misma se moría de pena, la actual integrante de la Asociación Civil Madres del Dolor pensó en los enfermos graves que salvaría si reaccionaba con solidaridad.
Ese fue su mensaje durante la conmovedora jornada que compartió ayer con Doly López, una mujer que recibió el único riñón que tiene de su propio hermano.
La actividad del CUCAIBA (Centro Unico Coordinador de Ablación e Implante de la Provincia de Buenos Aires) se realizó en el partido bonaerense de Moreno, en la sede del Profesorado de Biología con orientación en Ciencias Naturales, del Instituto Ricardo Rojas de Formación Docente Nº 21.
La organización estuvo a cargo de Carina Alcaya Re -una alumna- y Nieves Fernández -titular de la cátedra de Biología-.
Además, Silvia y Doly fueron presentadas por Claudio Cruces, encargado de difusión del CUCAIBA en las zonas norte y oeste del Gran Buenos Aires.
Simultáneamente, la integrante de la Asociación Civil Madres del Dolor estuvo acompañada por Betty Ledesma y Sofía Veveloyannis, dos amigas de toda la vida.
“Quiero que todo el mundo hable de la donación de órganos, estos años sobreviví hablando y haciendo cosas, recuerdo que ni bien me enteré de lo de Maxi, llamé al INCUCAI”, contó Silvia.
Maxi vive en otros
El auditorio de alrededor de docientas personas escuchó con escalofríos que el hijo de Silvia Irigaray acababa de recibirse de licenciado en Relaciones Internacionales y tenía 25 años cuando fue fusilado a sangre fría por el policía Juan de Dios Velaztiqui, en el bar de una estación de servicio.
Las víctimas fatales, tres en total -porque igual destino que Maxi corrieron sus amigos Cristian Gómez, hijo de Elvira Torres, otra integrante de la Asociación, y Adrián Matassa-, se encontraban mirando las noticias por televisión.
Como consecuencia del impacto que produjo el caso en la opinión pública, el autor de la tragedia fue sometido a juicio y condenado a cadena perpetua.
“En mi casa el tema de la donación de órganos se hablaba desde hace muchísimos años. Maxi está siempre revoloteando y viviendo en otras personas", dijo Silvia.
“El tema de la donación debe hablarse en familia y antes de que aparezca una enfermedad. Hay que saber que hay familias en una espera angustiante de un órgano. Hay que dar. Hoy todos somos potenciales donantes, pero ojo, algún día podemos estar del otro lado y necesitar. Es bueno donar, no sirve de nada enterrar”, dijo.
“Gracias a la generosidad de Maxi, hay dos personas que recuperaron la visión. Él ayudó a dos personas a ver y a mí me hizo muy bien ayudar. Él tenía una enorme sonrisa y si yo hubiese podido también la hubiese donado”, agregó la mamá de Maxi.
“La vida me hizo ayudar, pero nunca quise saber quiénes recibieron las córneas. No podría ver a la persona que tiene los ojos de mi hijo, porque se me aflojarían las rodillas”, confesó finalmente.
Pocas horas después de la jornada en el Instituto Ricardo Rojas, Silvia sintió que Maxi le guiñaba un ojo con picardía, como sucede con frecuencia.
Los organizadores le avisaron que 15 de los presentes habían completado las actas de donación de órganos.
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CONTACTO
Silvia Irigaray, mamá de Maxi Tasca:
(5411) 15-4411-2671.
irigaray_silvia@yahoo.com.ar.
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