Cuando el DIABLO se disfrazó de DIOS: 9 años sin ADRIÁN, CRISTIAN Y MAXI

Por Silvia Irigaray, mamá de Maxi Tasca
silvia_irigaray@hotmail.com
(5411) 15-4411-2671
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Es tranquilizador saber que Juan de "DIOS" VELAZTIQUI está preso en Marcos Paz. Pero duele mucho saber que tal vez se le otorgue el ARRESTO DOMICILIARIO.
Que tenga 70 años no es nuestro problema!
Los tres jóvenes miraban por tv como un País se desangraba y también como un grupo de manifestantes golpeaban a un policia, que antes había "reprimido con furia" en la Plaza de Mayo.
Al policia Velaztiqui no le gustó el comentario que hizo MAXI y los castigó a los TRES con la PENA de MUERTE!
Los Fusiló el 29 de diciembre de 2001 en una estación de servicio del barrio de Floresta.
NO LOS OLVIDEMOS POR FAVOR!!!
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Les recordamos una cobertura periodística del caso.
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FUENTE: Diario Clarín
FECHA: 11 de marzo de 2003
AUTOR: Carlos Galván
VOLANTA: La masacre de Floresta
TÍTULO: Prisión perpetua al policía que mató a tres jóvenes
BAJADA: El Tribunal oral que lo juzgó consideró que actuó con alevosía al asesinar a los jóvenes el 29 de diciembre de 2001. Dentro de siete años cumplirá 70 años y podrá pedir la prisión domiciliaria.
DESARROLLO: La única sentencia que los familiares de los tres jóvenes asesinados por el policía Juan de Dios Velaztiqui estaban dispuestos a aceptar era la que incluyera la palabra "perpetua". Eran las 13.45 cuando las tres familias, apretujadas en la diminuta sala de audiencias del Tribunal Oral Criminal N° 13, escucharon el veredicto: "Se lo condena, como autor de homicidio calificado por alevosía, reiterado en tres oportunidades, a la pena de prisión perpetua". En ese momento, en la sala retumbaron decenas de gritos: "viva", "gracias", "gracias a Dios", "bravo".
Velaztiqui también oyó de manera nítida que lo condenaban: estaba a menos de dos metros del juez que leía el veredicto. Pero no hizo un gesto, siquiera un parpadeo, que evidenciara que estaba, al menos, sorprendido. Todo el tiempo mantuvo los ojos cerrados. No los abrió ni para ver de quién era la voz femenina y llena de odio que lo insultaba.
El veredicto tiene ocho puntos. El presidente del Tribunal sólo alcanzó a leer el primero, en el que se establecía la pena a la que se condenaba al policía. Apenas empezaron los gritos, le ordenó a los familiares que hicieran silencio.
Los padres y demás familiares de Maximiliano Tasca (23), Cristian Gómez (25) y Adrián Matassa (23) se mordieron la lengua y lograron callarse. Pero el dolor era demasiado fuerte: nadie consiguió contener el llanto. Entonces, el presidente del Tribunal dijo que la condena a prisión perpetua era la "parte sustancial" del veredicto. Y que lo mejor era entregarle a las partes, en otro momento, la sentencia completa. No hubo quejas.
Ahí nomás esposaron a Velaztiqui y se lo llevaron. Y cuando los tres jueces empezaban a ponerse de pie, todos los familiares comenzaron a abrazarse. Angélica de Matassa se aferraba a otro de sus hijos; ambos lloraban a los gritos. Silvia Irigaray, madre de Maximiliano Tasca, gritaba:
"Ahora mi hijo va a empezar a descansar en paz". Para Héctor Gómez, papá de Cristian, fue demasiado: cayó en una silla de la sala y se quejó de que le faltaba el aire. Debieron llevárselo entre cinco policías.
Los tres muchachos fueron asesinados en la madrugada del 29 de diciembre de 2001, en el maxikiosco de una estación de servicio del barrio de Floresta. Allí, los tres amigos y otro joven, Enrique Díaz, miraban un canal de noticias en el que se veían imágenes de un grupo de manifestantes golpeando a un policía.
De acuerdo a los testigos, en ese momento Maximiliano Tasca dijo: "Está bien. Eso es por lo que hicieron la semana pasada", refiriéndose a la represión en la Plaza de Mayo el día de la renuncia de Fernando de la Rúa. Apenas escuchó lo que decía Tasca, el sargento Velaztiqui sacó su pistola reglamentaria y gritó "basta". Y empezó a tirar. Enrique Díaz se salvó gracias a que logró escapar corriendo.
Nunca hubo dudas de que el policía había asesinado a los muchachos. Es más: durante las seis jornadas del juicio la defensa de Velaztiqui jamás puso en duda que él los hubiera matado. La defensa sólo intentó plantear que el policía disparó debido a un shock emocional profundo.
Por primera vez en todo el juicio, Velaztiqui ayer dijo unas pocas palabras. Fue cuando el Tribunal le preguntó si quería agregar algo antes de conocer la condena. Dijo: "le pido perdón a Dios, a mis seres queridos y a la Policía Federal. Les pido disculpas por mi fracaso y mi desgracia". Silvia Irigaray no logró controlarse: "Ni Dios ni la patria ni la p... que te p... te van a perdonar", le gritó.
En la sala no hubo allegados al policía. En los asientos reservados al público sólo estaban algunos periodistas y los familiares de los tres amigos. Velaztiqui estuvo rodeado todo el tiempo por seis policías.
Cuando escucharon que lo condenaban a perpetua, los familiares sólo se ocuparon de celebrar la sentencia. Casi ni repararon en cómo sacaban al policía de la sala. A nadie tampoco, en ese momento, le interesó saber que decía el resto del veredicto.
Los puntos que el juez no leyó eran poco sustanciales. Establecen que la pistola reglamentaria de Velaztiqui sea devuelta a la Policía Federal y que a los familiares de los chicos se le restituyan algunas de las pertenencias que hasta ahora estaban secuestradas. En el octavo punto se rechazan dos pedidos de la Fiscalía: que se investigara la tentativa de homicidio contra el cuarto muchacho y el papel que cumplieron los dos primeros policías que llegaron a la estación de servicio cuando ya se habían cometido los asesinatos.
Es la primera condena para Velaztiqui, que ya había tenido una causa: en 1981 obligó a parte de la hinchada de Nueva Chicago —por cantar la Marcha Peronista— a ir trotando hasta la comisaría 42. De ese episodio le quedó el mote de "El Trotador". Dentro de 7 años, Velaztiqui cumplirá los 70. A esa edad podrá pedir el beneficio del arresto domiciliario.